Las vacaciones son algo que la gente espera siempre como agua de mayo. Pero si la opción de cómo pasarlas incluye viajar, aparecen un montón de cuestiones a tener en cuenta: el destino, la fecha, el transporte, la comida y, para rematar, el alojamiento.

Los hoteles han sido siempre la opción más socorrida y fiable. No obstante, en los últimos años las casas vacacionales se han puesto muy de moda. Pero, ¿cuál es la diferencia entre ambos?

Por su ubicación, podemos encontrar hoteles en todas partes: en el corazón de la ciudad, en zonas turísticas, al lado del mar… Lo que los hace accesibles. Las casas vacacionales también pueden encontrarse donde los hoteles, pero por otro lado las hay disponibles en destinos que se salen fuera de la ruta turística, aportando un valor añadido de privacidad y exclusividad.

El tamaño también importa, por lo que no es lo mismo un hotel que una casa de vacaciones. El tamaño de una habitación estándar de hotel está ideado para albergar de entre 2 a 4 personas, mientras que una casa de vacaciones ofrece mucho más espacio que una sola habitación, por mucho que sea una suite; según el tamaño de la casa, esta podrá albergar desde 2 personas hasta, pongamos por ejemplo, un gran grupo de amigos con unas 10 personas.

También hay que tener en cuenta el tema de la privacidad y los horarios. En un hotel hay que ceñirse a los horarios de limpieza, desayuno y comidas, además de tener que compartir con hordas de gente y otros turistas zonas comunes como la piscina, el jardín y las posibles zonas de descanso del alojamiento.

Las casas de vacaciones ofrecen muchas más libertad ya que, a pesar de tener que cumplir determinadas reglas para el cuidado de la casa y seguir los horarios de llegada y salida, los huéspedes pueden entrar y salir a su aire y ,en la mayoría de los casos, disponen de patios, jardines y piscina totalmente privados para ellos solos.

El precio tampoco es el mismo. El de una habitación de hotel incluye el alojamiento y las zonas comunes, pero variará en función de servicios extra como el régimen de comidas. El de una casa vacacional saldrá relativamente más barato, ya que no hay que pagar por el servicio de comidas; si se va en grupo los gastos salen a repartir; suele incluir ya en el precio un servicio de limpieza final y… ¡tiene mayor privacidad!

La cuestión de la comida es vital. En comparación con la casa de vacaciones, el presupuesto para el viaje se ve afectado de forma diferente al pagar un extra por régimen de comidas o hacer tres comidas “fuera de casa” al alojarse en un hotel. Las casas de vacaciones cuentan con cocina propia, lo que permite por un lado ahorrar en comidas en restaurantes y por el otro disfrutar de grandes banquetes y comidas o, por qué no, unos cócteles y una barbacoa junto a familia y amigos.

Si las mascotas son parte de la familia, las casas de vacaciones son el lugar ideal donde llevarlas, ya que la mayoría admite mascotas. No es el caso de los hoteles; a menos que sean “pet-friendly”, muchos no los admiten o cobran un extra por ellas.

A la hora de viajar, lavar la ropa es otro factor a tener en cuenta. Por lo general, las casas vacacionales están equipadas con lavadora/secadora, lo cual evita gastos innecesarios en tintorerías o servicios de lavandería. Los hoteles, en cambio, cuentan con servicios de lavandería por un coste extra dependiendo de cada hotel.

Los hoteles pueden cargar también otros servicios, como son el aparcamiento de coches o el visionado de películas o canales internacionales. En una casa de vacaciones eso no ocurre; las casas cuentan con plazas de aparcamiento y muchas veces los propietarios de la casa cuentan con juegos, películas, DVD, TV-satélite y mucho más para que a los huéspedes no les falte nada.

Si estás pensando en viajar y estás buscando alojamiento, compara y valora seriamente ambas opciones. A la hora de viajar un hotel ofrece muchas comodidades; no obstante, elegir una casa de vacaciones hará que te sientas como si estuvieras en tu propia casa fuera de casa. Además, te da la oportunidad de conocer de primera mano la cultura y los rincones del destino, así como relacionarte con los locales como si fueras uno más.

¿Casa de vacaciones o hotel?

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